Abraza tus sombras



Al ser humano le cuesta las sombras. Las propias y las ajenas. Nos enseñan de pequeños a ocultar nuestros dolores, debilidades, enojos, angustias. Más bien, nos los reprimen. Y así quedan, latentes en nosotros. Pero atención, que no se fueron. Están en el cuerpo, en la mente, en el corazón, alojados. Equivocarse, a raíz de esos dolores, está mal visto, por supuesto. Es un signo de debilidad y serás juzgado. Condenado. Por lo tanto, todo apunta a fortalecer el ego de una manera abismal hasta crear una máscara de quienes somos para creernos que somos de una manera y hacerles creer a los demás. Esto es un proceso totalmente inconsciente (a nivel emocional y espiritual, uso esta palabra). La gente no sabe que está sucediendo esto, pero sucede. Y así quedamos alejados, de nuestros propios monstruos, fantasmas, sombras. Y de la luz que somos, también. 
Hasta que en las relaciones con los demás, empiezan a florecer los problemas, las discusiones, sobre todo en los vínculos íntimos, como puede pasar con una pareja, por ejemplo. Allí está la posibilidad, la gran posibilidad, mejor dicho, de poder verse realmente como uno es. Los errores que cometemos porque los patrones empiezan a aflorar y a repetirse. Hasta que no se hagan conscientes, terminaremos, peleando, separándonos, culpando a los otros, cambiando de pareja y de gente. Así será consecutivamente hasta que uno no pueda abrir el corazón a quién es realmente, con luces y sombras, y sepa integrarlos, hasta poder reparar todo ese dolor, saber de dónde viene, revivirlo… y finalmente, rendirse. Una rendición absoluta es la única posibilidad, para abrirse al Universo y fundirse con él, en un solo campo energético.
Hasta no aceptar y comprender que estamos rotos (todos lo estamos, en mayor o menor medida) por nuestras experiencias en la infancia donde nacemos rodeados de una humanidad inconsciente en mayor medida, experiencias que luego por repetición inconsciente solemos recrear a lo largo de nuestra vida adolescente,  jóvenes y adultos (hasta despertar, si es que sucede), es imposible, lograr a tener una vida en paz. Luego hay que sumergirse en ese túnel de oscuridad absoluta, muy negro, puede llevar años, este trabajo interior… pero es la única posibilidad de llegar a la luz del otro lado.
No alcanza con meditar, relajarse, hacer yoga, pintar mandalas, respirar consciente y todo eso. Por experiencia propia, como ex yogui y ex maestra de yoga, no alcanza. ¿Recuerdan las pelopinchos, que había que sacarle toda el agua sucia, para poder levantarla limpiar, y agregar agua nueva? Bueno, hacer todas esas prácticas sobre una persona que realmente no está comprometida a trabajar sus sombras es como agregarle agua nueva sobre la sucia, sin desagotar. Va a parece un poco más limpia en un principio pero no alcanzará. Luego se verá la realidad. Una relajación, repetir un mantra, o hacer pranayamas, te va a relajar por un rato. Pero si debajo de todo eso, hay un torbellino mental y emocional, sin salir a la superficie, lo único que lograrán esas prácticas, es taparlo aún más hondo, más hacia abajo, lo que hará que la máscara se endurezca cada vez más, la coraza será cada vez más grande y más irreal tu persona.
Hasta que no explotes en llanto por todo el dolor acumulado, hasta que no comprendas el quid de la cuestión de tus dolores más originarios e íntimos, no podrá llegar esa paz. Hasta que todo eso deje de pesar en tu cuerpo, hasta no liberarse de los condicionamientos externos e internos, hasta no liberarse por completo de las películas mentales que creemos reales, no llegará la paz, el amor y la alegría, permanentes y verdaderas. Las de tu Ser, para ponerle un nombre. Cuando haya atisbos de eso, y para eso vienen bien esas prácticas, para que haya una experiencia de estas realidades hermosas, no se podrá instalar de manera permanente. En realidad, nada se instala. Ya está allí. Todo está allí, debajo de toda esa “basura”. Lo que hay que hacer es sacar toda esa basura hacia afuera, y luego la paz, el amor y una profunda alegría, emergerán solas a la superficie y será lo más preciado que puedas sentir y vivir. Será natural y no algo forzado por una práctica y a su vez, sólo momentáneo. Acepta, integra, abraza tus sombras, sumérgete en ellas. Es un viaje doloroso, pero es el único camino, para que luego vivas todo el tiempo en el Ser, deleitándote en tu paz, amor y alegría, internos verdaderamente. Todo esto no viene de afuera, es un tesoro que vive en ti.

Fotografia: Dique La Angostura, Tafi del Valle, Provincia de Tucumán 

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